Poema de Victor Hugo, "Respuesta a un acto de acusación" (fragmento) Traducción, Carlos Alvarado-Larroucau
"Respuesta a un acto de acusación"
Pues
la palabra, según es sabido, es un ser vivo.
La
mano del soñador vibra y tiembla al escribirla;
La
pluma, que un ala prolongaba la envergadura,
Se
estremece en el papel cuando sale esa figura,
La
palabra, el termino, tipo, no se sabe de dónde aparecida,
Rostro
de lo invisible, aspecto de lo desconocido;
¿Creada, por quién? ¿Forjada por quién? Surge de la sombra;
Subiendo
y descendiendo en nuestra cabeza oscura;
Encontrando
siempre el sentido como el agua el nivel;
Fórmula
de resplandores flotantes del cerebro.
Si,
ustedes todos comprenden que las palabras son cosas.
Ellas,
ruedan aquí y allí en el abismo oscuro de las prosas,
O
hacen tronar los versos, tormentosa selva.
Del
Espíritu humano esfinge la palabra dice el secreto.
La
palabra quiere, no quiere, acude, hada o bacante,
Se
ofrece, se da o huye; delante de Nerón que canta
O
Carlos Noveno que rimando, retrocede espantado;
Tal
palabra es una sonrisa, y tal otra una mirada;
De
alguna palabra profunda todo hombre es discípulo;
Toda
fuerza aquí abajo tiene la palabra por múltiple;
Moldeada
en el cerebro, viva o lenta, grave o breve;
El
hueco del cráneo humano le da su relieve;
La
vieja huella ahí queda, muy junto a la nueva;
Lo
que una palabra no sabe, otra lo revela;
Las
palabras golpean el cerebro como el agua el acantilado;
Hormiguean,
abriendo en nuestro espíritu pensativo
garras
o manos, y algunas otras, alas;
como
en un atrio negro erran chispas,
Soñadoras,
tristes, alegres, amargas, siniestras, suaves,
Sombrío
pueblo, las palabras van y vienen en nosotros;
Las
palabras son los transeúntes misteriosos del alma.
Cada
una de ellas carga una sombra o sacude una llama;
Cada
una de ellas del cerebro conserva una región;
¿Por
qué? Es que la palabra se llama Legión,
Es
que cada una, según el relámpago que la atraviesa,
En
la labor común hace una obra diversa;
Es
que, presente en todo, enano oculto bajo las lenguas,
La
palabra tiene bajo sus pies el globo y lo esclaviza;
Y,
al igual que el hombre es animal donde vive
El
alma, claridad de lo alto por el cuerpo poseída,
Es
que Dios hace de la palabra la pesadilla de la idea.
La
palabra hace vibrar todo en el fondo de nuestros espíritus.
Lo
remueve diciendo: Beatrix, Lycoris,
Dante
en el Campo Santo, Virgilio en el Posillipo.
En
el océano pensado es negro pólipo.
Cuando
un libro surge de Esquilo o de Manú,
Cuando
San Juan en Patmos escribe sobre su rodilla,
Se
ve entre sus versos llenos de hidras y de estirges
Palabras
monstruos trepar en esos libros prodigios.
¡Oh mano
del impalpable! ¡oh poder sorprendente!
Pon
una palabra sobre un hombre, y el hombre tiritando
Seca
y muere, penetrado por la fuerza profunda;
Anuda
una palabra vengadora al flanco de todo el mundo,
Y
el mundo, arrastrando escudo, espada, cadalzo,
Sus
leyes, sus hábitos, sus dioses, se derrumba bajo la palabra.
Esta
toda-poderosa inmensa sale de las bocas.
La
tierra es bajo las palabras como un campo bajo las moscas
La
palabra devora y nada resiste a su diente.
A
su aliento, el alma y la luz ayudan,
La
oscura enormidad lentamente se exfolia.
Pone
su fuerza sombría en esos que nada doblega;
Catón
tiene en sus lomos, esta sílaba: NO.
Todos
los grandes obstinados, Brutus, Colón, Zenón,
Tienen
esa palabra flamígera que reluce bajo sus párpados:
¡ESPERANZA!
Ella entreabre una boca de piedra
En
el encinto formidable en el que los muertos tienen su lecho,
¡Y
he aquí que Don Juan petrificado palidece!
Ella
hace del mármol, espectro; y del hombre estatua.
Ella
golpea, hiere, marca, resucita, mata;
Nimrod
dice: ¡Guerra! y así, del Ganges a Ilisus,
El
hierro destella, la sangre corre. ¡Amaos! dice Jesús.
Y
esa palabra por siempre brilla y reverbera.
¡En
el vasto universo, sobre todos, sobre ti, Tiberio;
En
los cielos, sobre las flores, sobre el hombre rejuvenecido,
Como
el resplandor de amor del infinito!
En los días en que la tierra entreabría su corola,
El
primer hombre dice la primera palabra,
La
palabra nacida de sus labios, y que todo la escuchó,
Encontró
en los cielos la luz, y le dijo:
¡Mi
hermana!
¡Vuela! ¡Planea!
¡Se eterna!
¡Enciende
el astro! ¡Llena por siempre la pupila!
Calienta
éteres, azures, esferas, globos ardientes;
Aclara
el afuera; yo aclaro el adentro.
Tú
serás una vida, y yo seré la otra.
Sé
la lengua de fuego, mi hermana, yo soy el apóstol.
Surge,
asusta la sombra, deslumbra el horizonte,
Sé
el alba; te valgo, porque soy la razón;
Para
ti los ojos, para mí las frentes. Oh mi hermana rubia,
Bajo
la red Claridad vas a atrapar al mundo;
Con
tus rayos de oro, vas a amarrar entre ellos
Las tierras, los soles, las flores, las lluvias vidriosas,
Los
campos, los cielos; y yo, voy a amarrar las bocas;
Y
sobre el hombre ganado por mil impulsos tenaces,
Tejer,
con hilos de armonía y de día,
Para
tomar todos los corazones, la inmensa tela Amor.
Yo
existía antes que el alma, Adán no es mi padre.
Era
inclusive antes que tú; tú no hubieras podido, luz,
Salir
sin mí del abismo desde donde todo trepa encadenado;
¡Mi
nombre es FIAT LUX, y soy tu antepasado!
Si
toda-poderosa! así es la palabra ¡Loco quien se burle de ello!
Cuando
el error hace un nudo en el hombre, ella lo desata.
Ella
es rayo en la sombra y gusano en el fruto maduro.
Surge
de una trompeta, tiembla sobre el muro;
Y
Baltasar tambalea y Jericó se derrama.
Se
incorpora al pueblo, siendo ella misma gentío.
Ella
es vida, espíritu, germen, huracán, virtud, fuego;
Pues
la palabra, es el Verbo, y el Verbo, es Dios.
Fragmento
de : « Réponse
à un acte d'accusation », de Victor Hugo
Traducción: Carlos Alvarado-Larroucau (2021).p
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