Feliz el hombre, ocupado del eterno destino
Quien tal como un viajero que parte temprano a la mañana
Se despierta, el espíritu lleno de ensoñación,
¡ Y al alba del día se pone a leer y reza !
A medida que él lee, el día viene lentamente
Y cobra forma en su alma como en el firmamento
Mira distintamente esa claridad pálida,
Cosas en su habitación y otras en sí mismo,
Todo duerme en la casa, está sólo, eso cree,
Y sin embargo cerrando sus bocas con sus dedos
Tras él, mientras el éxtasis lo embriaga,
Sonrientes, los ángeles se inclinan sobre su libro.
Quien tal como un viajero que parte temprano a la mañana
Se despierta, el espíritu lleno de ensoñación,
¡ Y al alba del día se pone a leer y reza !
A medida que él lee, el día viene lentamente
Y cobra forma en su alma como en el firmamento
Mira distintamente esa claridad pálida,
Cosas en su habitación y otras en sí mismo,
Todo duerme en la casa, está sólo, eso cree,
Y sin embargo cerrando sus bocas con sus dedos
Tras él, mientras el éxtasis lo embriaga,
Sonrientes, los ángeles se inclinan sobre su libro.
Paris, sept. 1842. Victor Hugo, Les Contemplations, « Heureux l’homme, occupé de l’éternel destin ». Traducción MA Carlos R. Alvarado, ©2007.
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