Un poema de VICTOR HUGO, sobre el oficio de escritor

Feliz el hombre, ocupado del eterno destino
Quien tal como un viajero que parte temprano a la mañana
Se despierta, el espíritu lleno de ensoñación,
¡ Y al alba del día se pone a leer y reza !
A medida que él lee, el día viene lentamente
Y cobra forma en su alma como en el firmamento
Mira distintamente esa claridad pálida,
Cosas en su habitación y otras en sí mismo,
Todo duerme en la casa, está sólo, eso cree,
Y sin embargo cerrando sus bocas con sus dedos
Tras él, mientras el éxtasis lo embriaga,
Sonrientes, los ángeles se inclinan sobre su libro.


Paris, sept. 1842. Victor Hugo, Les Contemplations, « Heureux l’homme, occupé de l’éternel destin ». Traducción MA Carlos R. Alvarado, ©2007.

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