Buenos Aires da asco


Este texto sirvió para medirle el alto coeficiente de "esperanza" que tienen mis amigos y lectores. Quiero aclarar que no lo escribí bajo humores grises si no más bien lo hice desde el humor negro. Intento sacarle una buena foto a Buenos Aires. Yo que siempre veo la vida color de rosa, esta vez quiero ver a esta ciudad, con un poco de ironía, tal cual es... Si alguno vive en una Buenos Aires mejor, que me la muestre. Por ejemplo a mi amiga francesa le gusta que en Buenos Aires le den el asiento en los medios de transporte, y cree que los mendigos no son tantos, por el contrario hay en los porteños esas ganas de salir a flote que los hace vender lo que no tienen... y por eso ella los admira. Yo admiro a sus padres que cultivan cada día un pedazo de su tierra, aunque no necesitan de ello para comer...
Esta es mi manera, como ciudadano de decir BASTA. Basta de tratarnos como si fueramos animales. Hay que mejorar la calidad de vida en esta ciudad y no veo que nadie haga nada por ello. Al contrario...


Buenos Aires da Asco. Buenos Aires sucks. Buenos Aires dégueulasse. Información Turistica. Tourist Information. Renseignements touristiques.

Querido amigo: me preguntas cómo está Buenos Aires... Te cuento... Salgo de casa por Arenales, lo de siempre en la calle y en mí... en mí, este asco de siempre en la cuarta ciudad más ruidosa del mundo y la más ruidosa de América latina. El ruido te dá bastante pánico, al punto de que uno intenta pegarse a las paredes, pues una extraña sensación de inseguridad, un tanto primitiva lo reconozco, se apodera rápidamente de tí. Intento hacer oídos sordos pero la contaminación del aire, me recuerda al ruido infernal, lo que entra por la nariz y por los oídos es una misma cosa: el averno de la ciudad. Los autobuses (aquí colectivos) te espetan una asquerosa bofetada de humo negro, tu ropa limpia se cubre con un polvillo oscuro, producto de esas mismas emanaciones. Desplazarse aquí tiene un encanto particular, regreso del trabajo en alguno de esos colectivos, son nuevos, huelen a plástico recién reciclado, a plástico barato. Se han reducidos los pasillos, antes entre dos filas de asientos podían circular dos personas, ahora tan solo una y no muy culona. Dicen que el nuevo diseño es para que tengan acceso los discapacitados con sus sillas de ruedas. Ellos no suben nunca, pues el colectivo no se arrima jamás a la calzada, y de hacerlo sería inútil, pues por lo general no bajan al nivel requerido. Alguien y casi siempre ese alguien no es el chofer debe descender a ayudar al pobre señor o señora con “capacidades especiales”... (intento corregir mi incorrección civil, ahora se dice así). Antes, muchos lograbamos sentarnos, ahora para que suban las sillas de rueda fantasmas, han retirado varios asientos. Lo que es justo es justo. Si el “especial” no puede tomar el colectivo, lo justo es que nosotros con dos patas firmes no nos sentemos; poco importa si nuestra columna se parece a una cuerda floja que no aguanta nuestro peso, o nuestra edad. Y los asientos que han colocado se parecen a un medio asiento, reclinado hacia adelante de forma tal que uno termina con una postura bastante anti-natural. Inclinado hacia adelante, por que el culo se desliza en esa dirección y medio de côté, por que es tan estrecho que no queremos que nuestro vecino sentado aplaste nuestros hombros o que los nuestros aplasten los de él, o ponerle el hombro en medio de las partes pudendas de quien viene parado o parada a nuestro lado. Será mejor que el chofer no frene bruscamente por que ya no hay de donde agarrarse. Para no caer, hay, cuando hay, pasamanos, una especie de salvavidas amarillo y pringoso, que es mejor no tocar por que la higiene es dudosa. Se nota que no los limpian jamás. Debo comentarte que la esmerada higiene que nos caracterizaba hace algún tiempo comienza a cobrar una hermosa pátina europea, ya no reluce el pelo de las niñas, ni los zapatos del caballero. Desgraciarse (pedorrearse) en medio del amontonamiento se está transformando en el deporte nacional. Los dentistas cuestan una fortuna, y no tenemos cultura para el diente... así que los alientos huelen a caries retocadas con calmantes. Y te cuento que un pequeño viaje de 21 cuadras en línea recta puede tomarme a penas unos cincuenta minutitos. Ante este panorama me indicarás como mi médico caminar, pero te recuerdo el ruido y el humo negro... Ahora bien, los motores de estos colectivos hacen un ruido tan infernal que para proteger a los trabajadores del volante, los han colocado atrás, justo bajo el culo de los que viajan sentados en una larga hilera de asientos, creo que es de seis pero solo entran cuatro y medio. El ruido en esa hilera de asientos es algo indescriptible, no debes arrimarte allí. No sé si te comenté pero los hombres de esta tierra tienen gonadas enormes, y si hay exhuberancia que se note, para demostrarlo, al sentarse, todos abren grandes sus piernas regordetas, cuestión que allí no entra ni el medio que faltaba para el cuarto y medio. Hace algunos días un motor se incendió y la gente tuvo que bajarse corriendo, con el culo medio chamuscado. Por suerte nadie salió seriamente quemado. No te contaré que el colectivo es el medio de transporte favorito de los pungistas por que eso ya lo sabes. Viajar en subte puede ser muy parecido. Cuando hay subte... por que viven de huelga en huelga y son sorpresivas. Por lo general te enterás que hay huelga luego de pagar tu boleto y estar esperando en vano como un imbécil durante al menos 30 minutos.
Viajar en taxi es toda una experiencia, todos los taxistas se creen corredores de fórmula uno. Creo que muchos conducen bajo los efectos de las drogas. Hay que tener mucho cuidado, nadie te asegura llegar con vida a ningún lado. Los taxistas suelen hacer circular la moneda falsa, billetes de cinco, diez y veinte. Roban de a poco, al menos.
Las monedas de metal son un lujo raro, todo el mundo las acumula como un bien preciado para pagar el confortable viaje en los colectivos. En los negocios se enojan si no les pagas con el cambio justo, moneditas inclusive. Los mendigos piden monedas pero la gente de posibles prefiere que le pidan cheques.
A veces camino, sorteando los mil obstáculos que los perritos suelen dejar, sorete tras sorete. Casi todas las veredas de mi barrio están atestadas de gente; sí, en este barrio que antes era tan tranquilo. Lo que pasó es que ahora todo el mundo quiere vivir aquí. Entonces se destruyen casas centenarias para remplazarlas por edificios sin gracia, estos tapan el sol y eso es bueno para mantener este color pálido de citadino de verdad. Son altas estas moles, y cumplen una importante función en el panorama de la ciudad, no dejan pasar los rayos nocivos ni tampoco los otros. Debo agregar que esos edificios también encajonan muy bien los ruidos que se producen en las estrechas calles y quedan atrapados allí haciendo un eco o magnificando los portentos de nuestra humanidad. Ahora somos muchos más, y se nota. No hay casi agua en mi departamento por culpa del gran edificio moderno de al lado que tiene bombas para robarnos la igualdad de acceso al líquido bien. Primero la absorven ellos y el resto que se embrome. Son muy modernos estos edificios, cada piso tiene un equipo de aire acondicionado central, ahora los argentos somos muy amantes del confort. Aquí 20 grados es un calor ecuatorial, todo el mundo prende el aire acondicionado. No hay ni un sólo ecologista por estos pagos. Sobre los techos de estas coquetas construcciones hay antenas enormes, para los millones de celulares que todos usamos “para ser alguien” en esta ciudad. Son esas mismas torres de antenas que ya se han prohibido en muchos barrios de las principales ciudades del mundo porque ocasionan cáncer.
Por suerte podemos cuidarnos con lo que comemos, una alimentación sana producirá salud, seguramente. Lástima que en los supermercados uno ya no tiene acceso a eso. La fruta tiene dos estados o podrida o madurada a frío, sin gusto. La verdura igual. El kilogramo de limones ha llegado a costar 3 euros, al igual que la papa o la calabaza. No hay mucha elección o eso o nada. Yo antiguo vegetariano, ahora sólo como carne, es más barato y viene en mejor estado. Por momentos tengo la impresión que alguien decide lo que vamos a comer. Y comemos mierda. Todo podrido o semi podrido a un precio de fruta tropical. Y traen pomelos de Israel, y ciruelas de Estados Unidos, creo que esa fruta está manipulada genéticamente, mucha sabe a pescado.
El pan cuesta dos euros el kilo, o un pan lactal 2 euros. Antes el pan era rico, crocante, ahora es soso y baboso. Hay un producto prohibido en la elaboración del pan, bromato de potasio, cancerígeno, y los que comercializan ese producto calculan que más de la mitad de las panaderias de Buenos Aires lo usan. El cálculo está basado en la cantidad que los fabricantes venden de ese próducto químico hoy en día.
El gobierno dice que estamos cada vez mejor, no sé por qué pero no les creo. La villa miseria que comenzaba en Retiro ya ha crecido tanto que llega hasta a unas pocas cuadras de mi casa en Palermo. La mendicidad agresiva caracteriza a los pobres que piden en mi barrio. O me dás por que soy pobre o te reviento por que vos tenés laburo y yo nó, este es el mensaje, la cantinela que escucho todos los días. Te podés sentar en un café tranquilo hasta las cuatro de la tarde, después llegan los mendigos en hordas, muchos de ellos drogados con drogas duras que los ponen muy agresivos. A las seis de la tarde llegan los cartoneros a revolver la basura, se llevan los cartones y los plásticos, son buenos reciclando parece. También encuentran cositas para comer y las aprovechan, son ases del reciclado, gente de bien trabajadora, que prefiere revolver la mierda antes que estar sin trabajar. Muchos de ellos no pueden regresar a sus ranchitos en la provincia y se quedan a dormir en las plazas. Familias enteras y con niñitos duermen en las plazas, aún cuando hace a penas dos grados o cero. Para protegerse, improvisan chozas de cartones. Y las plazas huelen a meado, por que no hay baños para esa gente. Las plazas han sido recientemente remozadas, los perros con sus soretes y sus largas meadas han destruido canteros enteros de azules agapantos. Nada tiene valor. Los parques huelen a mierda y meado de perro. Pero no importa por que las señoras de Barrio Norte hacen a un lado los soretes de los perros y las colillas de cigarros, simulando no oler nada para extender su mantita Burberry’s y tomar un poquito de sol mientras se toman unos ricos mates. La ciudad ha cambiado su perfil social y cultural, ahora hay muchos paraguayos, bolivianos, ecuatorianos, colombianos, y otra gente de hablar extraño, y tienen mucha suerte consiguen trabajo antes que los argentinos, ¿Serán más baratos? También vienen los negritos del África, a veces charlo con ellos en francés.
Los fines de semana aprovecho para ir a leer un libro a los bosques de Palermo, todos juegan al futbol, por eso vuelvo con la espalda marcada de los pelotazos que me dán, y es lógico, la ciudad crece pero sus espacios verdes no. Los pelotazos en la cabeza me traen a la realidad.
A veces visito a mis amigos que viven en San Isidro, viajo en uno de los mejores trenes, ya no se puede abrir las ventanucas por confort o por seguridad. Los trenes vienen atestados, y han cambiado muchos de esos vagones con asiento por otros del tipo furgón, donde se viaja como un hombre de bien, de pie, bien plantado. Aquí la mugre es proverbial, hasta tela arañas, preservativos usados, jeringas, etc. En estos vagones hace mucho calor, porque el aire acondicionado o ventilador, no funciona ya. Los mendigos te obligan a mirarlos, para exigir tu atención te dan un cálido abrazo, mucho de ellos sin brazos ni manos. Algunas veces veo allí leprosos. Pero es el mejor tren, peor son los de la línea del Oeste. Pensar que alguna vez viví en Ramos Mejía...
Frente a mi casa hay un boulevard, antes fué el barrio de los vecinos del Palermo Sensible, hoy tal vez sea el Palermo-Recoleta, en una franja de tierra los vecinos habíamos plantado árboles, arbustos, flores. Ahora los pichicos han cagado todo y nadie lo riega, es un páramo que se muere. Y los bares que se establecieron a la vera de esos jardines no se han percatado que ese verde que les da de comer agoniza, y no hacen ni un pequeño gesto de regadera, nada. Ni siquiera tirar el agua de los baldes de hielo en donde enfrían la bebida, nada.
Hay en la gente un cierto aire de displicencia, del tipo: “me cago en todo”. La gente se pone a charlar en medio de las veredas haciendo galas de una vieja vocación de tampón. Nadie te cede el paso, nadie, adiós cultura y civilidad. Y los autos, al ver cruzar a un peatón recuerdan al vetusto código de tránsito que parece recitar: “cuando vea cruzar un peatón con la luz que le corresponde, por la senda que le corresponde, entonces, sin vacilar, atropéllelo”. Claro la culpa la tienen los peatones por que cruzan por cualquier lugar contribuyendo al caos generalizado en esta inhumana ciudad. Ya no se sale de noche, por que te roban, los mendigos se enojan si no les dás, la basura está desparramada por todos lados y no se puede caminar. Los bares cierran temprano, los restarurantes también. Los restaurantes sirven la comida con papas fritas pero no con ensaladas, si queres una ensalada debes pagar el doble que una ración de fritas y las fritas vienen con el plato. Nos estan engordando... ¿para comernos mejor algún día? Las viejas gordas, ya engordadas, salen al balcón a golpear las tapas de las ollas, contribuyendo aún más al ruido de esta Buenos Aires. Veo resucitar todos los días a los peronistas de Perón y Evita y también a los oligarcas del campo. El aire huele raro, huele a batalla de clases. La Recoleta es otro mundo, hay mejores casas de productos para la decoración que en Europa, alguien gastará allí supongo. En el bar, mis vecinos hablan de sus deudas, veinte mil y cuarenta mil... nadie baja de los diezmiles... y no termino de entender...
He ido a revisar mis aportes jubilatorios, y... todas las empresas porteñas para las que trabajé me han robado, ya no me jubilaré. Ninguno de mis viejos patrones realizó ni siquiera un mes de mis aportes. Y por una justa ley ya no puedo reclamarlos...
Buenos Aires me es hostil. Tierra de nadie, la del sálvese quien pueda, la de la cultura cotidiana del mecagoentodo, la de los monos sabios, nada para oler, nada para ver, nada para oir. Iba a estar buena Buenos Aires, ahora está una mierda.

Versión de este texto en inglés o en francés, en venta en dólares o en euros, precios “especiales” para turistas. Contactar al autor.

© Carlos Alvarado, 2008.

Comentarios

  1. ¡Volvé a nuestro Tucumán azul, entonces!

    Interesante blog... lo estoy leyendo con detenimiento después de haberlo descubierto por esas casualidades de la vida. Pasaré más seguido.

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