Poesia francófona de Argentina, Biedma, Calandrelli


El día de la conferencia sobre las poetas María Isabel Biedma y Susana Calandrelli, pasamos un grato momento en un clima muy intimista.
Aquí van algunos de los poemas que leimos esa noche del 20-03-09, los leimos en francés y en español. En español, las traducciones son mías:
Las dos rosas, de Ma Isabel Biedma

¡Es dulce aspirar el perfume de dos rosas :
Una presta a morir y la otra, la vida esboza
Blanca la primera y tan pálida desfalleciente
Que su perfume palidece como ella, de repente.

La otra, una rosa púrpura, pétalos de fuego
Bien ebria de amor, de confesiones y misterios.
¡De un perfume tan sutil que penetrante nos embriaga
Cuanto más se aspira, más la encontramos rara!

Así, se inspiran dos amores de repente:
Uno que crece y otro que muere lentamente.
Uno que se diluye como se borra un sueño
Mientras el otro pleno de ilusiones y de vida dueño.

¡Es dulce aspirar el perfume de dos rosas :
Una presta a morir y la otra, esa que la vida esboza!
Embriagarse pensando solo en esa exalación
Deshojandolas asi hasta el fondo en una palpitación.
***
Mar Adentro, de Ma Isabel Biedma

Partir así, siempre, !Oh, Vertigo inquieto!
El espacio tiene para mí la más ardiente atracción
Quiero beber largamente el azur, y la luz...
¡Río, extiendo mis brazos, inclusive a veces lloro!
Quiero escuchar todo, el ruido poderoso del agua
Que golpea estruendoso y se quiebra en el barco.
La ola clara y verde ondulando sobre el abismo,
La espuma lanzándose como brillantes cimas,
Languideciendo de pronto y suprema suavidad
¡Nos sigue un hilo de plata como el de la felicidad!
Tengo el gusto del azur y de la sal en la boca
Mi corazón como la mar es tímido y se desboca.
Una fiebre inquieta me agita locamente:
Olvido todo los lamentos, los deseos y el tiempo...
Y temblorosa, agitada por ese mal incierto
Le pregunto a la Vida entonces: ¿Hacía dónde nos llevas?

***
Carillones en la sombra, de Susana Calandrelli

A veces, al llegar a los encuentros nocturnos
con esas voces que se escuchan en momentos taciturnos
Esas voces que nuestro corazón escucha sin saberlo
Como para atrapar en ellas al mundo impalpable
Yaciendo en el fondo turbio de las sombras inciertas...
Entre ese susurro de palabras lejanas
Creemos escuchar también los vagos carillones
Que deambulan como humilde enjambre de mariposas...
Son los carillones de alegría y de tristeza,
De todo lo que solloza y canta en la noche...
De todo lo que las palabras que se alejan sin ruido
Murmuran, al azar, como voces fantasmas
Que suben por momentos de sus imprecisos reinos...
Y amo demasiado, esos carillones amigos
Que se quejan suavemente, cual corazones sumisos,
Y que me reencontraron en la noche solitaria
Para decirme palabras que no se escuchan
en la faz de la tierra...
***
Angustia, de Susana Calandrelli

a la sombra de Victor Hugo

¡Sé que todo es vano, que todo es poca cosa!
El mundo nos arrastra en su metamorfosis,
Empero escuchamos siempre gritos matizados con llantos
Que se elevan al cielo azul desde el fondo del pecho!
Sufrir es una ley. Sé que cuando uno sufre,
Llora y maldice mirando al abismo,
Y que retrocede luego con horror en los ojos,
Pálidos de haber sido por momentos curiosos;
Que entonces todo se recubre de un claroscuro siniestro
Que entonces no se escucha ya más la música del sistro
Que canta en nuestros pechos, allí entonces un viejo por qué,
Se eleva en el vacío y nos oculta la fé...

¿Qué hacen pues, Señor, esos mundos en el espacio,
Errantes infinitamente a la sombra donde todo fallece?
¿Quizás tienen destino que nadie conoce
Al sumergirse siempre en sombrío silencio?
¿ A dónde caminamos, Señor con nuestras vanas glorias
con nuestros llantos y amores, con nuestros odíos y victorias,
Esos pesados lastres que arrastramos más allá de las tumbas
Y de los cuales el mundo ve tan sólo girones?
¿Caminamos pues siempre hacia el olvido sin límites,
que puebla el infinito tan lleno de estrellas tristes?
¿No vé acaso para nada el vacío en todo ello,
O Señor, usted cuyo ojo vé siempre más allá?
¡ Y si lo vé, díganos ese misterio!
¡Díganos para qué estan los hombres en la tierra,
Y si es lógico también nacer para morir,
Si es estúpido o no que uno se pueda turbar!..
Más usted no dice nada, pues nada os perturba!
Quizá olvida usted, este pobre mundo extraño
Que gime suavemente bajo sus dedos eternos
cual pequeño bebé a los ojos criminales...
¡Por ello me jacto de ser pálida
Mientras que su día nos cubre con su manta,
Ese chal obnubilante de risas y colores,
Que nos ahoga para luego mostrar sus palideces!
¡Ni mella os hace que nuestro mundo exista!
¡Por ello estoy extenuada de tristeza!
¿Por ello, Señor, sin fuerzas para temblar
Cuando pienso en todo eso... quisiera descansar!

Quisiera dormirme durante una noche de estrellas,
En una noche infinita toda llena de velos,
Que subieran sin ruido al profundo azur,
En donde Dios no sería más que un punto oscuro...
Y quisiera entonces soñar con otro mundo,
En donde no escuchar ya más el trueno que brama,
En donde la muerte sea tan solo un sueño y decorados
Cual viejos cuadros de antiguos tiempos dorados...
Y en el olvido de todo, tal un joven fantasma,
Viajando al azar en un pálido reino,
¡Amortajada así en mi serenidad,
Quisiera dormirme hasta la eternidad!
O Dios, no ser ya más uno, y no ser ya más nadie!
Saber que uno esta vivo, que uno canta y que uno tiembla
Y vivir en los campos, en las lluvias, en la flor,
Ser todo... no ser nada...
¡Perdóneme Señor!
***
Poemas:
Les deux roses, Au large; de Ma Isabel Biedma.
Carillons dans l'ombre, Angoisse; de Susana Calandrelli.
Traducciones de Carlos Alvarado, 2009.

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