Joseph Joubert, célebre escritor francés sin libro publicado



Extraído de sus cuadernos y correspondencia íntima:
"Amo el papel blanco, más que nunca y no quiero ya más tener otro trabajo que el de expresar con cuidado cosas dignas de ser escritas sobra la seda o sobre el bronce. Soy parco con mi tinta, pero hablo tanto como se quiere. Me he prescripto, sin embargo, dos o tres pequeñas ensoñaciones cuya continuidad me agota. Usted verá que, uno de estos días, expiraré en medio de una frase bella y lleno de un pensamiento bello. Eso es tanto más probable puesto que, desde hace algún tiempo, no trabajo más que en expresar cosas inexpresables.
Me ocupé, estos últimos días, de imaginar como estaba hecho mi loco cerebro. He aquí como lo concibo. Está seguramente compuesto de la sustancia más pura y tiene altas profundidades. Pero no son todas iguales. No es para nada apropiadado a todo tipo de ideas. No es para nada de largos trabajos.
Si su médula es exquisita, el recubrimiento no es fuerte. La cantidad allí es pequeña y sus ligamentos lo han unido a los peores músculos del mundo. Eso me dá un gusto muy difícil y me vuelve la fatiga insoportable. Eso me hace, al mismo tiempo, obstinado en el trabajo, pues no puedo descansar hasta que alcanzo aquello que me encanta. Mi alma caza mariposas y esta caza me matará. No puedo quedarme improductivo ni bastar a mis movimientos. De ello resulta, (para juzgarme justo) que no soy más que apto a la perfección. Al menos, ella me resarce cuando puedo alcanzarla y, por otro lado, me descansa al prohibirme una gran cantidad de empresas, porque pocas obras y materias son suceptibles de admitirla. La pefección me es análoga, pues ella exige tanta lentitud como vivacidad. Ella permite que se recomience y vuelve las pausas necesarias. Quiero, le digo, ser perfecto. No hay más que eso que me va y que pueda contentarme. Voy pues a hacerme una esfera un poco celeste y muy tranquila, donde todo me guste y me recuerde, y de la cual la capacidad, como la temperatura, se encuentre conforme a la naturaleza y a la extensión de mi pobre pequeño cerebro. Pretendo no escribir más que en el idioma de ese lugar. Quiero allí, darle a mi pensamiento más pureza que brillo, sin por ello prohibir los colores, porque de ellos mi espíritu es amigo.
En cuanto a aquello que se nombra fuerza, vigor, nervio, energía, impulso, pretendo no volver a servirme más que para subir a mi estrella. Es allí que residiré cuando yo quiera tomar mi vuelo; y, cuando redescenderé para conversar con los hombres, paso a paso, de comun acuerdo, no me daré jamás el trabajo de saber lo que diré, como lo hago en este momento en el que le deseo el buen día".
[...]
"Desde que me ocupo de las artes, de sus producciones y de sus poéticas, pude poner en orden mis lecturas y mi trabajo. Ningún libro sobre esta materia me parece aburrido, ni largo, cada momento de atención se pasa considerando una cosa bella, siento que aprovecho a cada imagen que veo, una carrera fija y determinada se abre frente a mí y veo aquello que pudiera escribír mañana y los días siguientes. Mis primeros efuerzos me resultaron penosos; ellos lo serán sin duda hasta que haya cesado de ser ignorante. Pero también, ya comencé a sentir que la instrucción conduce a la facilidad y no encuentro en este género más que placer en aprender. Siento a demás que el estudio de las artes debe solazarse, en todo tiempo, en la moral y volverla más fácil".
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Extraido y traducido de: Joseph Joubert, pensées, jugements et notations. Anthologie critique, établie par Rémy Tessonneau, 2ème édition, Paris, José Corti, 1989.
TRADUCCIÓN: Carlos Alvarado, 2009.
Joseph Joubert (1754-1824) Moralista francés. Secretario de Diderot, amigo de Chateaubriand.

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