Dios me libre del plagio:


Estaba en París el día 09/09/2002 cuando escribí el poema epónimo de mi libro “Con Tinta de Amapolas” que publiqué en 2007, en dónde dije más o menos:


Con tinta de amapolas
se escriben las asuntos del alma
con tintas de amapolas
se escribe la memoria del sueño
[...]
voy y vengo como pétalo a la deriva en un viento rojo de sueños
y en mi vuelo aprendo el canto y aprendo a extraer la tinta
tinta de amapolas

- Leer versión integral en: Amapolas -


Publiqué mi poema en mi blog y muchas personas lo adoptaron y lo amaron, sobre todo en España. Y eso es natural, pues este poema está inspirado en la estepa castellana. Recuerdo mi primer viaje a España, el avión descendía sobre manchones rojos de amapolas... A mi poema también lo han encontrado de su gusto en Rusia y allí anda mi poema como un pétalo de amapola a la deriva, navegando por el mundo, conquistando rojos corazones gracias a Internet.

Grande fué mi sorpresa al ver que esta “tinta de amapolas” de mis versos y de mi libro ya existían... nos creemos únicos e irrepetibles, y allí estamos siendo un mero eco... un ito en una genealogía de pensamientos y sentimientos...

Leí entre otras cosas, que en 1577 el fray Juan de Mora, escribió su Enigma numérico predicable; donde describe al ave fénix y dice que cada pluma del hermoso pájaro es un jardín. Al describir la hermosura de la cola extendida del ave, cual un pavo real dice:

" La extremidad dilatada de su pompa, o falda extendida de pavón entre mil colores de faisán, es de color dorado de amarantos y pálidos alhelíes rubricados con tinta de amapolas". (p. 569, en la re-edición de 1678). Y que casualidad, el Fraile Mora venía del Valle de Carriedo, Burgos, de donde vienen mis ancestros de apellido Campero...


Luego leí a Magín Morera y Galicia, poeta leridano, quien escribiera en 1901 en su libro

De mi Viña, Barcelona, Editor Juan Gili, Vol. 22 de la Colección Elzevir Ilustrada, 1901, p.84.

“Surge de pronto una floresta amante, que dibuja en el éter, rasgueados con tinta de amapolas, los contornos sutiles y animados de unos seres con gracia de corolas”.
Luego se publicará en el libro Zozobra, 1919, del poeta mexicano Ramón López Velarde (1888-1921) el poema “Humildemente”, donde él bardo dirá:


“Porque me acompasaste
en el pecho un imán
de figura de trébol
y apasionada tinta de amapola

Ya lo ven las ideas y los versos son lanzados al viento, luego sin querer los recogemos y los albergamos en nuestro pecho, pues los hemos escuchado con otros oídos, no con los del cuerpo, si no con aquellos que captan la vida misma. Lo que reproducimos son palpitaciones, es el eco de la vida que en algún momento ya se ha unido al universo o tal vez al multiverso... Me gusta haber escrito con la misma vieja tinta, la de Magín y la de Ramón, esos nuevos versos míos sobre amapolas andariegas...
Y juro solemnemente haber leído esos versos, los del español y los del mexicano, luego de publicar aquellos míos... Con Tinta de amapolas, la de ellos, la mía, tal vez la única tinta verdadera de los poetas.
©2009, Carlos Alvarado.

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