Noche Oval, poema de Carlos Alvarado



Se ha puesto oval la noche
y ahora aclara sus silencios,
con una serenata de grillos.

Su ornado cuello carga
dije
la fina luna de Oriente.

Pudorosa,
cubre su rostro
con un halo de chispas.
Extiende su mano
y acomoda mis cabellos
mientras me susurra obviedades
a la hora de los poemas.

No escucho sus pasos
pues camina en puntas de pie
sobre las cuerdas tensas de un violín
súbitamente enmudecido.

Ese paso mullido
se vierte suave y lento
como el andar de las gatas
sobre las tapias erizadas de vidrios.

La Noche Muda está pariendo
cada noche
una cascada sonora de palabras;
perplejo, asisto al milagro:
Hora morosa de los dones.
*
Fragmento de "Poemas para una noche quieta", por Carlos Alvarado, publicado en Espejos del Tiempo, espejos del Alma, Yerba Buena, Tucumán, Argentina, Lucio Piérola Ediciones, 2009.

Comentarios