Borges y la Prostituta


“Detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer” reza el dicho popular…
Visité la tumba de Borges en el Cementerio de los Reyes, el panteón de los notables ginebrinos. Me aproximé a la sepultura como quien visita una obra maestra. Recordando que cuando uno mira una pieza de arte consagrada, hay que prestar atención a las obras vecinas porque se corre el riesgo de no ver otras realmente importantes. Así al contemplar la Gioconda pudiéramos estar dándole la espalda a algún Tintoretto, o a un Bassano, o a un Tiziano.
La cara posterior de la piedra tumbal, me mostraba la dedicatoria de Ulrica…
Y detrás, a tan sólo unos pasos, estaba la tumba de Griselidis Real, no hay épitafio, sólo una placa de acero inoxidable donde se lee : “GRISÉLIDIS RÉAL, ESCRITORA, PINTORA, PROSTITUTA, 1929-2005”.
Una prostituta militante por los derechos de las meretrices. Una peripatética dirá ella para designar su profesión. Siendo ya una vieja mujer, se negó a ser considerada como ex–prostituta, pues dijo ella: ningún panadero es llamado ex–panadero al retirarse.
Griselidis parece cobrarse en Borges una última deuda de género. Su escritura adquirirá un nuevo interés, dada su póstuma proximidad a Borges. Y dos muertos se cortejan… ella con una escritura militante y descarnada; él con una escritura sabia y mesurada.
Traduzco aquí uno de los poemas de Griselidis:
Amor
a Claude Albert
El tigre del amor
Viene como el rayo
A descarnar mi alma
A despedazar mi cuerpo
El tigre del amor
Camina a pasos mesurados
Sobre mi piel calcinada
El tigre del amor
Tiene de sangre llenas las fauces
El tigre del amor
Está herrado por el alcohol
El tigre del amor
Asesina a su madre
Que no lo amó
Ni vio ni reconoció
De una ternura apática
Arranca sus vísceras
A dentelladas vencedoras
Y lacera su culo
Aborda su vientre
Con puñales acerados
Con sus garras sangrientas
Mi Tigre, mi Amor
Me rindo, sucumbo
A tu amor de odio
Tu odio del amor
Vente no temas
Bebe la sangre de mis venas
Y redúceme a polvo
Desmenuza mi corazón desnudo
Con tus dientes hambrientos
No soy tu mujer
Seré tu carne de caza
Ahogada en cerveza
Tu presa jadeante
Tu puta escarnecida
Y tu ebriedad amarga
***
Mi caída en la tumba
Te devuelve la libertad
Tu risa descuartizada
Es la oración de muertos
De nuestros dos pobres cuerpos
Del amor asesinado
El tigre del amor
Viene como el rayo
El tigre del amor
Regresa a su antro
De caliente fetidez
Satisfecho y repleto
Hasta que el sol se alce
En las flamas de la aurora.
Griselidis Real, Ginebra, 30 de agosto de 2004.
Traducción Carlos Alvarado-Larroucau, abril 2012.
Ver biografía de Griselidis Real en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Griselidis_Real

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